martes, 4 de marzo de 2014

La primavera de mis otoños



Cuando estamos solos, guardamos esa "mejor parte" de nosotros. Es un niño con plena "capacidad de sorprendimiento" que vislumbra lo maravilloso de cada pequeña cosa. Pensando e imaginando ilusiones, con algo o alguien. De eso va este poema.

La primeravera de mis otoños


Cuando estoy solo
estoy acompañado de otros,
bellas damas y monstruos,
gran parte de mí mismo;
y en el fondo de un abismo
veo los espejismos
que plasmo y firmo
con mi compañera soledad.

Ya sabes que cuando no estoy solo
has sido quien he querido que seas
hasta dónde has querido ser,
y he sido quien he querido ser
hasta dónde has querido que sea,
ese es quien soy.
Y dónde quiera que estés
y con quién quiera que estés,
querrás saber que te he querido
hasta dónde has querido que te quiera
y te querré hasta donde quieras
que te quiera.

Pero cuando vuelvo a estar solo
pinto impresionismo
con tus caderas
pues eres mi hipnotismo,
de mi soledad la compañía,
de mi playa, la arena;
si soy el mar y alegría,
tú eres la sirena.
Si soy Troya,
eres mi Helena.

Lo sé, soy una quimera
que sonríe cuando se desespera,
por el presentimiento
de reemplazar a mi compañera
en el momento
que tu mano sostengo.

Dime cuando no esté contigo:
¿qué se siente
ser mi abrigo?
Estás dentro de mi mente
y fuera de ella de testigo,
pero siempre presente
en cada uno de mis latidos,
en mi piel y en el reflejo de mis lentes
que cubren mis ojos abatidos
por mis deseos dementes.

Los asombros
cuando mi corazón se acelera
por el brillo de tus ojos
del color de la madera;
y, de mis otoños
la primavera
es el calor de tus abrazos.
¡Oh mi dulce compañera
que llamo soledad!

Por: EBL (2010)

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