¡Uy! ¡Qué chiquita!
El mapa se guiaba
por líneas de dulzura,
coronada una “equis” roja,
con incerteza, algarabía y congoja.
emprendí mi aventura
con sutileza, ternura
y mil ilusiones,
bajo tempestad de emociones,
al tesoro y mi fortuna.
Estilizada silueta,
tremenda intensidad,
nada escueta.
Una mirada café sostenida,
y una sonrisa de santidad,
reflexión, descaro y seguridad;
entusiasmo y voluntad emergida,
siendo ella musa y poema,
erario y guía .
Hermosa, preciosa, bella, guapa…
… Simplemente vos.
La “equis” en el mapa,
el destino,
anhelado y prometido,
llevaba de nuevo a mi hogar.
Sin embargo, no pude esgrimir
fuerza, gallardía, ataraxia;
pues al sostener tu mano,
al tocar galaxia;
intentar trastabillado
cual niño que aprende a caminar,
sentirme confiado,
a esa maternal mano aferrado,
del tesoro cerca estar,
sentir cuando la guía me iba a soltar,
caer, sin gimotear y gatear
entrar desilusionado,
al inicio del viaje estar.
Vuelvo a este despertar,
que llamo hogar
¡Magnífico lugar!
Con esa sensación,
inefable de melancolía y nostalgia,
entregado al camino,
guiado por magia
y ahora añora volver a viajar.
¿Es ese mi destino?
¡No! ¡A un mausoleo llega todo caminar!
Sin ningún rencor,
por mucho fue lo mejor.
Pero, deberás entender cuando…
… Vuelva a El Candil,
a sostenerle la mano a la nada.
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