domingo, 19 de octubre de 2014

Dulce niña n°II

Una señal.

Aveces no doy a basto,
no soy suficiente.
En tus brazos presente,
refugiado, a salvo y fuerte.
En la distancia, ausente...
A merced de mi mismo,
verdugo indulgente,
al borde de un abismo,
siento un empujón inminente.

Y es que en esto
de no encancelar,
me aterra perderte,
sin siquiera tenerte,
me aterra perderme...

A vos te amo en el cielo,
danzando en los versos de tu belleza,
ballerina de mi vida, heroína de proezas,
libre yo en la cárcel de mi hogar,
dame una señal de que no debo volver.

Y es que...

Miedos inseguridades,
monstruos bajo mi cama.
Aveces no doy a basto,
no me siento suficiente.

En vos confío.

(Por: JEF, 2014, fecha de la publicación en la entrada)

viernes, 3 de octubre de 2014

Dulce niña



¡Uy! ¡Qué chiquita!

El mapa se guiaba
por líneas de dulzura,
coronada una “equis” roja,
con incerteza, algarabía y congoja.
emprendí mi aventura
con sutileza, ternura
y mil ilusiones,
bajo tempestad de emociones,
al tesoro y mi fortuna.

Estilizada silueta,
tremenda intensidad,
nada escueta.
Una mirada café sostenida,
y una sonrisa de santidad,
reflexión, descaro y seguridad;
entusiasmo y voluntad emergida,
siendo ella musa y poema,
erario y guía .

Hermosa, preciosa, bella, guapa…
… Simplemente vos.

La “equis” en el mapa,
el destino,
anhelado y prometido,
llevaba de nuevo a mi hogar.

Sin embargo, no pude esgrimir
fuerza, gallardía, ataraxia;
pues al sostener tu mano,
al  tocar galaxia;
intentar trastabillado
cual niño que aprende a caminar,
sentirme confiado,
a esa maternal mano aferrado,
del tesoro cerca estar,
sentir cuando la guía me iba a soltar,
caer, sin gimotear y gatear
entrar desilusionado,
al inicio del viaje estar.

Vuelvo a este despertar,
que llamo hogar
¡Magnífico lugar!
Con esa sensación,
inefable de melancolía y nostalgia,
entregado al camino,
guiado por magia
y ahora añora volver a viajar.
¿Es ese mi destino?
¡No! ¡A un mausoleo llega todo caminar!

Sin ningún rencor,
por mucho fue lo mejor.
Pero, deberás entender cuando…
… Vuelva a El Candil,
a sostenerle la mano a la nada.