Presencia
(Foto por el autor)
El problema de planear causalmente los años radica en que se suelen escapar azarosamente entre los dedos.
Volvía caminando con pesadez después de perder absurdamente
la pelea contra un burócrata. Volvía al café donde me siento cómodo,
con marcha de soldado
vencido.
Primero con naturalidad culpaba a la burocracia de mis planes
frustrados, luego con futilidad intentaba buscar cuál era mi cuota de
responsabilidad en la presunta desgracia y para finalizar intentaba
convencer de que no debía dejar que mi ánimo me mermara, que no era tal
cosa como una desgracia, sino que mi plan se postergaba.
Mientras sostenía ese soliloquio, pedía un café con leche,
salía a fumar un cigarro con gusto a "yodito", veía a los "hipsters"
entrar y salir. Pero, mientras discurría en la impotencia de realizar
mis planes y la negación de dicha impotencia, la señora cordial del café
me decía que no debía bajar mi ánimo y yo le ignoraba. ¡Sin darme cuenta
andaba con un semblante caído! Y ella me recriminaba que ocupaba
"energías positivas".
Cuando el café empezó a vaciar, la señora me dio otra taza de café (cortesía de la casa), se sentó a mi lado y me dijo:
—¿Sabe lo que yo hago en esas situaciones? —me preguntó
mientras yo negaba con la cabeza— Lo aplazo, me digo a mí misma "en tres
días me ahuevo". Me deprimo cuando tenga tiempo para deprimirme, ahora
no —sonreía al decirlo.
—Lo que pasa, vilmita, es que es otro puto año más. Yo sé que no debo ahuevarme, pero es el tiempo. Una cosa es cuando yo soy el responsable del tiempo perdido y otra es cuando otro me obliga a perder tiempo, primero me dicen una cosa y luego otra y con eso se me cagan. Bueno, aunque siendo franco, pude haberlo evitado, me pregunto qué cosas pude haber hecho para evitarlo, ¿ya para qué? Se me van parcialmente los planes de este año y eso ahueva —le dije para justificar mi semblante involuntario y con ello cagarme en sus "energías positivas".
—A lo mejor le va a aprovechar ese tiempo —me dijo reivindicando sus "vibras alegres".
—Supongo, —le dije, hice una pausa y luego continué— un amigo hace poco me dijo sobre su vida que "los altos y bajos son parte del vacilón".
—Es una cuestión de presencia, no es negar, ni aceptar el sufrimiento; es estar presente. Los psicólogos dicen que hay que "sufrir alegre". ¿Sabe qué es eso? —me dijo reforzando su sonrisa de señora.
—Supongo, es como el refrán "al mal tiempo buena cara", ¿verdad? —le respondí.
—Sí —me contestó, sin darme mayor cuenta, con eso me sacó una sonrisa.
—Lo que pasa, vilmita, es que es otro puto año más. Yo sé que no debo ahuevarme, pero es el tiempo. Una cosa es cuando yo soy el responsable del tiempo perdido y otra es cuando otro me obliga a perder tiempo, primero me dicen una cosa y luego otra y con eso se me cagan. Bueno, aunque siendo franco, pude haberlo evitado, me pregunto qué cosas pude haber hecho para evitarlo, ¿ya para qué? Se me van parcialmente los planes de este año y eso ahueva —le dije para justificar mi semblante involuntario y con ello cagarme en sus "energías positivas".
—A lo mejor le va a aprovechar ese tiempo —me dijo reivindicando sus "vibras alegres".
—Supongo, —le dije, hice una pausa y luego continué— un amigo hace poco me dijo sobre su vida que "los altos y bajos son parte del vacilón".
—Es una cuestión de presencia, no es negar, ni aceptar el sufrimiento; es estar presente. Los psicólogos dicen que hay que "sufrir alegre". ¿Sabe qué es eso? —me dijo reforzando su sonrisa de señora.
—Supongo, es como el refrán "al mal tiempo buena cara", ¿verdad? —le respondí.
—Sí —me contestó, sin darme mayor cuenta, con eso me sacó una sonrisa.
Por: JEF (2016)